4 de diciembre de 2014

Borbotones de todo.

No soporto evitar pensar en ti. Pero, cuando lo hago, la vajilla que se destrozó contra mis tripas abre en canal mi corazón.
A veces parece que no tiene sangre que bombear. Que no queda mucho más por decir, aparte de los suspiros que intentan que todos los vacíos salgan de mí.

Podría haber acariciado tu cristalino, sanado tu sonrisa y haber impulsado tu alma hacia la cima, que es el lugar que le corresponde.
Me gusta imaginar que duermes tranquilo y despistado como siempre, que aún hay tiempo de aventuras y que tengo la oportunidad de seguirte de nube en nube. Que algún día sabrás cuánto. Y cómo. Y por qué.

El sol no arropa.
Ni las estrellas saben qué decir.
Sólo espero que un día volvamos a reír juntos los tres.

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