7 de agosto de 2020

Arena y sal.

 El olor a sal, el sol calentando mi piel, y cada racha de brisa que me acaricia se lleva parte de mis problemas bien lejos. Todo el desorden que traía de Madrid, de pronto no es más que granos de arena en una playa de Portugal.

La vida no es tan complicada ni tan sencilla como nos quieren hacer creer, pero hay que vivirla igual, dando lo que se pueda en cada momento. Perdiendo el rumbo, las ganas, el sentido, la meta, sin saber el siguiente paso a dar, pero siempre al pie del cañón.

Todos tenemos una guerra que estamos batallando con todo lo que tenemos. Todos tenemos partes de nuestra vida que no enfocamos como son.

Hay momentos en los que me da la sensación de que estoy empezando a pillar cómo es esto de vivir, de aprender, de pasar etapas. Pero otros siento que llevo años en la misma etapa, atrapada en el barro sin saber cómo salir. A veces me dejo arrastrar, otras lucho con toda mi fuerza sin hacer otra cosa que sumergirme más. Ahora me agarro a las ramas que alcanzo a ver a mi alrededor y tiro poco a poco, pero sin soltarlas. Y a ver qué pasa.

La gente y sus vidas, las risas y gritos a lo lejos, el sonido de un balón rebotando en la arena, las olas rompiendo con el asfalto de Madrid.

Y la brisa suave aliviando mi piel y todo lo demás...