10 de julio de 2019

Nudo y esperanza

Alma hajada, inocencia robada, que condenan a la búsqueda sin descanso de lo que los demás gozan por derecho.
Paso en falso, rumbo perdido, entre árboles y flores de cemento recalentado.

Y la puta misma sombra sentada en su lugar de siempre.

Como quien tiene que aprender a respirar porque nunca tuvo ocasión, así yo aprendo a mirar, a acariciar y a sentir algo diferente por lo mismo.

Y, aunque mis alas se despliegan libres como dos mantos llenos de todo, mis pies no encuentran el impulso necesario para atravesar el cielo acristalado que las confina. En la grieta está la salida.

Resucitar, destruir para volver a crear, a sentir, a volar. Renacer y no volver atrás.

29 de marzo de 2019

Abono para flores.

Un aullido mudo rebota contra las paredes desnudas que custodian el todo y las partes. Me gustaría pensar que hay siluetas al otro lado, aunque ya no veo, apenas siento y sólo pienso.
Aspiro a bocanadas una nada que me asfixia, busco a tientas una cerilla, un resquicio entre tanto hormigón, un pomo, algo. Camino con los pies ensangrentados de tropezar con todas las aristas y de clavarse todas las astillas. Y, mientras, se va agotando el oxígeno.

Cuando cierro los ojos, me encuentro. Me veo. Soy. Y ansío cualquier escenario que no huela a humo de mujer y perfume de ciudad.
La brisa fresca del mar.
El arrullo de los árboles en medio de la naturaleza.
Lo genuino.
Lo salvaje.

Siento cómo se llenan mis pulmones y mi boca de palabras atrincheradas, y ahí se quedan, lejos del aire mundano, de oídos sordos y de miradas esquivas.

Quiero pensar que aún me vigilas desde el cuadro, que escuchas mi silencio llamándote a gritos, y que valoras mis palabras de paz, de aceptación y de amor.

Me seguiré acunando en tu recuerdo, en tus palabras, en tus miradas cómplices, en tus errores, en tus tesoros escondidos, en tu presencia incondicional y en todo lo que soy gracias a ti.

- Dime algo bonito.
- Te pareces a mí.