23 de noviembre de 2022

Lava y ceniza.

A veces, el cansancio y la tristeza son compañeros de viaje necesarios. Cuando aguantamos demasiado y, de repente, nos regalamos descanso, vemos lo cerca que estuvimos de dejar de intentarlo.

--------------------------------------------------------------

Mis ojos, cada vez más arrugados, no llegan a enfocar del todo lo que tienen delante. Llegan a confundir sueño y realidad, quizás porque no son tan distintos.

Cada pensamiento es un peso en mis párpados, cada espacio que no me doy es oxígeno que no entra en mis pulmones. Y, aún así, la saturación es alta. Demasiado.

Ganamos la guerra cuando dejamos de luchar, cuando nos rendimos y nos convertimos en abanderados de la paz, de nuestra paz.

¿Qué necesitas para ser feliz?

¿Cuándo la vida será suficiente para ti?

¿Cuándo dejarás de depender de tu entorno para tener paz? Se puede tener paz en medio de una tormenta.

¿Qué opinión es importante para ti y por qué?

¿A quién le das poder para hacerte dudar de ti?

Sabes quién eres y lo que aportas a este mundo. Conoces a la mujer que te devuelve la mirada en el espejo.

Escucha su voz.

Deja de darle poder a gente que no ve.

Escúchate.

Escucha tu tristeza y haz los cambios necesarios. Deja ir. Suelta. Coge.

Escucha tu cansancio. Vete. Descansa. Respira.

Escucha también esa luz que hay en ti y que nunca, jamás, se apaga. JAMÁS. Sigue su estela. Observa todo lo que te muestra: atardeceres, palmeras, buganvillas, olas rompiendo contra la orilla, brisa fresca, jazmines, sonrisas conocidas y anónimas, amabilidad incondicional, dulzura, calor literal y figurado...

Esa luz es tu seguro de vida y, mientras siga ahí, tú no tienes nada que temer.