17 de marzo de 2020

CV-19.

Nos pasamos la vida diciendo que no tenemos tiempo para nada, que tenemos demasiado trabajo, demasiada vida social, demasiados compromisos. Anhelamos tiempos en los que poder leer en silencio, no tener que hacer nada, el famoso "self-care".

Y, de la nada, aparece un virus desconocido que nos obliga a quedarnos un mes o más en casa sin hacer otra cosa que escuchar nuestros pensamientos rebotando contra las cuatro paredes que nos confinan.
Efectivamente.
Ha tenido que venir una jodida pandemia a escala mundial para pararnos los pies y que tengamos la decencia de afrontar las necesidades de nuestro yo interno. Ya no podemos tapar su llanto, sus gritos o sus preguntas con ruido de claxon y risotadas por cualquier cosa.

De pronto, el mundo se detiene y solo quedas tú contigo.

Unos se angustian, otros se hunden, otros se obsesionan, otros buscan ruido en casa.
Cada uno hace lo que puede.
No es nada fácil afrontar la relación con uno mismo.
Darte cuenta de que no quieres estar solo porque no te soportas, o porque sientes que es tu única forma de existir, o porque no sabes cuidar de ti, o porque no sabes quererte, o porque sigues estancado en etapas del pasado y no te dejas avanzar porque eres una especie de adicto a cuidar a los demás.

Olvidas o proyectas. Ambas te llevan a repetir una y otra vez los mismos patrones.

El caso es que esta cuarentena yo me he visto, me he escuchado. Después de tanto tiempo buscándome, al fin he conseguido conectar.
Al fin.

Cada uno somos libres de hacer lo que queramos con lo que vemos. Cada uno decidimos qué queremos vivir. No juzgo.

Yo he decidido construir.
Usar todo eso que huele mal, que duele, que me hace dudar de mí y de todo, que querría no ver, para construir algo mejor.
Soy una firme feligresa del reciclaje cognitivo. Aquellos pensamientos que hoy te atormentan no solo sirven para conocerte y comprenderte mejor, sino también para tener un punto de partida desde el cual empezar algo mejor, algo más útil, más sano, más acorde a ti.

Así pues, gracias, absoluto azar, por colocar una pandemia que me mantenga recluida conmigo en un momento tan adecuado. Necesitaba esta extensa charla conmigo. Haré que sirva y saldré siendo más yo de ella.

Hay una frase de Carl Gustav Jung que me parece perfecta para este momento tan apocalíptico:

"Lo que niegas, te somete. Lo que aceptas, te transforma."

Decide ver esto como oportunidad y no como castigo.

Os mando toneladas de amor y paciencia.