13 de febrero de 2018

Intruso.

A veces, los pensamientos son como una semilla regada y enriquecida con nuestras inseguridades y nuestros miedos.
Crecen dentro de nosotros hasta que, un día cualquiera, brotan en forma de cardo.

Sólo lo entiende quien lo vive.

Escapa a nuestro control más inmediato, fluye silenciosamente a través de nuestro sistema circulatorio y germina en una hemorragia de estruendosos sinsentidos.

Y, después, cuando regresas al mundo y recuperas el prisma, sólo queda la vergüenza de haberte perdido en tu propia casa.