4 de agosto de 2016

Destellos.

Sin pensar demasiado, levanto la vista y me sorprendo con la luz que entra por las ventanas. El invierno dejó paso a un sol estival con el que hasta las espinas se han quedado deslumbradas.
Inesperadamente, me hallo en medio de una gran escalera y, sin avisar, mis propios pies habían emprendido su camino hacia lo más alto. Ahora se sacudían con violencia pidiéndome continuidad, pasos firmes, ganas atronadoras, pasión imparable.

Y mi pluma se desliza sola sobre el papel.

Y mis pensamientos vuelan solos a los lugares más inhóspitos.

Y hay veces que la realidad es mejor que un sueño.


Y de la realidad no se puede despertar.

8 de abril de 2016

Desnuda y sin nudos.

Apenas consigo apoyarme de puntillas sobre la realidad.
Sigo volando, lejos de estar a la deriva, sólo hacia arriba sin pérdida de equilibrio. Se me destaponan los oídos y, como un águila, soy capaz de alcanzarlo todo. El horizonte, los rincones, las montañas y los valles.
No hace falta coger carrerilla. La perspectiva es más que suficiente.
Con cada detalle se me achinan los ojos, comienza la cadena, perpetuamente libre; la que no aprieta ni ahoga; la que da luz a las sombras y no te deja caer.

En todo hay belleza. En lo sórdido, en lo humano, en lo sobrehumano.
Ser más tú que nadie, ser sólo tú, sin añadidos, sin caretas, sin escondites.
Sencilla y puramente tú.
Aceptarle a él por ser él, a ella por ser ella y, a ti, sólo por ser tú. Ni más ni menos.

Optimizar, aceptar, aprender y no perder perspectiva.
Dar todo lo que puedas dar de ti y superarte en cada salto.

1 de enero de 2016

Uno.

Con un rastro sonriente del ayer, doy la bienvenida al hoy llena de entusiasmo. Abrazo cada aprendizaje y cada persona. Cada palabra sincera que me hayan dedicado aunque no tenga certeza de quién.

Lanzo una mirada espectante al cielo como aquel niño que mira a sus padres en la grada cuando mete gol. Lo estoy consiguiendo y tú eres parte de ello. Estás en cada sonrisa que dedico y genero, en cada gesto, en cada pensamiento viajero que se deposita silenciosamente en el corazón de los caminantes solitarios.
Acomodándome en mi asiento, trato de facilitar la existencia de cuantas vidas mi mano toque, sean muchas o pocas.

Y todo sigue girando...

Una mirada arrugada se enorgullece, una mano manchada acaricia mi cogote, unos labios envejecidos de tanto enseñar besan mis recuerdos más salados y me empujan hacia el futuro con un escudo con filtro por lo que pueda venir.

Algunos peldaños más arriba sólo miro con satisfacción lo recorrido y con ilusión los escalones que me quedan por delante.

Cada año mejor acompañada de mí y de los demás.
Cada año con más luz a lo largo del camino y menos peso en la mochila.
Cada año más feliz.