23 de noviembre de 2013

En el hueco del sauce.

La sangre brotaba con fuerza mientras los pedazos desmenuzaban las entrañas ennegrecidas de un hada de alas rotas.
Por eso, cuando todos los colores se fundieron en esa Luz blanca que lo enciende todo, le dio rabia.
Voló a duras penas atravesando la Luz, pero pronto su peso y su debilidad vencieron a sus ganas, y cayó estrepitosamente dejando un rastro sanguinolento tras de sí.
Miraba la mancha que había ocasionado y se culpaba una y mil veces sintiendo que su cuerpo y su alma decrecían hasta caber en un dedal.
No se sintió mejor cuando el rastro escarlata estalló en llamas cetrinas e implacables. La ceniza cayó como cae la nieve los días tristes: suavemente, con delicadeza, pero corrompiendo cada milímetro de suelo en el que decide descansar.

Lo que quedaba del hada se dejó enterrar, decidida a desaparecer.
A veces soñaba con la inmensa Luz; imaginaba sus cristalinas alas como solían ser revoloteando sin miedo por la más pura versión de los deslumbrantes colores que iluminaron sus rincones en aquellos soleados días de delicados bailes y penetrante azul.
Soñaba con el brillo que sólo la magia era capaz de descubrir en sus pequeños e infantiles ojos.
No entendía cómo era posible que fueran los mismos ojos tristes y cansados que ahora le devolvían la mirada en su reflejo.
Rompía las reglas y se escapaba a admirar aquel que seguía siendo un imponente resplandor incluso a pesar de la sangre, que ya estaba seca; pero cada vez que asomaba la cabeza, y aunque se esforzaba en aguantar la respiración para no romper el silencio, nuevas llamas surgían de la vieja herida.
Así que cada vez había más distancia entre dos fuerzas tan irresistiblemente unidas como son las hadas y la Luz, y eso hacía que el mundo de ambos fuera ciertamente sombrío.

Las hadas no entienden de sentimientos, pero aman enormemente a pesar de su pequeño corazón. Y, éste es tan frágil, que cuando se rompe tarda mucho en volver a funcionar.
Tanto había albergado en vano en su corta vida, que su corazón hecho aristas acabó por rasgar sus alas hasta casi arrancárselas.

La sangre sigue brotando, los pedazos siguen desmenuzando las entrañas ennegrecidas de esta pequeña, triste y cansada hada de alas rotas. Pero ya no estaba dispuesta a arriesgarse a un nuevo incendio.
Aparecer o desaparecer.
Buscar la cura o permanecer inmóvil.
Volar o rendirse.

Soñar con el "efecto" definitivo.

18 de septiembre de 2013

Azul.

A mil millones de leguas de tu alma, la observo desde mi isla de cristal veneciano.
La torre principal se tambalea y algunas inferiores se han hecho añicos contra las rocas a apenas unos meses de haber surgido de entre el fango que parecía invadir cada sucio rincón.
La pequeña torre de ventanas de mar enfurecido retorciéndose hecha pedazos, usando saliva para reconstruirse, clavando sus aristas en mi reloj escarlata.

Y cada caricia que da, me alivia.
Y cada mirada eléctrica es una bocanada de paz.

Echo de menos reinar en mi castillo a mil metros del mundo, donde estaba todo por lo que valía la pena luchar.
En vano, pero luchar.

Echo de menos tu torre, y a ti.

6 de septiembre de 2013

Lluvia de abstinencia.

Y arder en llamas que desintegran todo lo que creía haber aprendido.
Y romper las correas que encadenaban los sueños.
Y volver a sentir el vértigo de una estrepitosa caída.
Y respirar.
Intentar pensar.
Intentarlo otra vez.
Y otra.
Y recobrar el aliento que el ladrón se llevó en el poco espacio que nos separaba, como un dementor.
Y seguir viviendo sin pararme.

25 de agosto de 2013

Semivida.

El sol se ha fundido y la débil luz de una vela abandona los recónditos rincones donde los sueños duermen. Sólo encendiendo las ilusiones y esperanzas conseguimos despertarlos.
Excepto si la hostil realidad decide jugar su papel. Entonces los sueños mueren.

Mientras dura la mentira, el sueño se cumple. Después, estalla en mil y un pedazos.

Camino despacio por mis zapatos de hormigón. Se me escapa el rastro que me lleva a la cima en medio de esta noche sin luna.
Con un grito mudo intento que alguien me salve, pero no existen héroes ni con capa ni sin ella.

Si sueñas demasiado, te precipitas contra las rocas.

Y, si no se puede soñar,... ¿para qué todo esto?, ¿para qué todo lo demás?

2 de agosto de 2013

Campos de petróleo y lava.

La muerte baila en boca de todos con una soltura que estremece. Mi corazón no está preparado para lenguas de frío acero que lanzan flechas de cianuro. Aún no sé esquivar.
Mientras ser sensible siga considerándose síntoma de locura, este mundo seguirá ardiendo en llamas de odio y frivolidad.

Y, mientras, la sangre brota sin nadie que la frene. Y calienta mis entrañas hasta desintegrarlas. Y duele. Y tú, reina sin corona, ni te enteras.

Nubes con enredaderas.

Brisa de naranjo y jazmín a cada paso hacia delante.
Las golondrinas anidan con ramas cada vez más consistentes. Cuando encuentren el árbol del diamante sé que jamás volveré.
Son tan pequeñas y tan envidiosas... No se resisten a mirar y acaban viniendo con su dulce aleteo a bañarse conmigo sin avisar apenas, aunque saben que me encanta.

Mis pies se anclan a la tierra de los olivos y siento como si fuera descalza a pesar de mis sandalias.

Huellas.

Sol y olivas. Estrellas titilantes y la fresca brisa llena de todo. Estas calles transitadas por mil presencias que sólo se ven al cerrar los ojos, y ese ángel que invade cada célula, cada hueso, músculo y piel. Que invade todo sin dejar rincones que puedan sentirse olvidados.
Ese manto que arropa y, a la vez, hace sentir libre. El mar de luciérnagas rocosas donde la imaginacion bucea. Donde todo puede ser, pero parece tan como siempre.
Me despego de mi cuerpo y voy a cualquier parte donde sienta que deba ir.

Mi inconsciente sabe más que yo y me lo va explicando al oído.

27 de mayo de 2013

Trozos rotos, cicatrices y estiércol.

Algún día me miraré en el espejo y no veré el reflejo podrido que ahora me mira, ni sentiré el peso de los lastres que me arrastran por el asfalto. Algún día me miraré y seré liviana como una pluma y suave como una caricia... Algún día el amor no vendrá acompañado ni de inercia, ni de comodidad, ni de costumbre. Algún día algún cuerdo se volverá loco hasta que su mundo se apague irreversiblemente.

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Y, otra vez mi cuerpo pesa lo suficientemente poco como para dudar si aún estoy viva. Aunque duele, así que debo estarlo.

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Y, en mi desnudez, pienso en ti. Y en mí. En la pasión. En cómo era arder en caricias y explotar en besos. Te acuerdas? Me enseñaste, pero te has olvidado. Y la alumna se volvió adicta a algo casi imposible de conseguir.

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Tripas desgarradas flotando en una marmita llena de pus y de barro hediondo...
A la gente sólo le importa la gente. Tu dolor es como una mosca que estorba.
A tomar por culo el mundo...

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Siento a mis fantasmas en sus viejas butacas y les ofrezco un cigarrillo mientras ellos, en el minibar, se sirven lo de siempre.

16 de mayo de 2013

Entrañas de aire comprimido

Nado como un pato en la desgarradora desidia de los días sin pasión.
Mi estómago se ha hecho más pequeño y se me han clavado los cristales rotos que nunca consiguió digerir. Siguen ahí.

Y, aun en toda esta penumbra y con el peso de más de mi mochila, sigo viendo ese rayo de... creo que su nombre era esperanza.

Lo peor de no bajar es la altura.
Lo mejor de la altura es no bajar.

Supongo que son palabras que se disfrazan de nada.

Creo que el camino era por ahí... ¿o era por esa otra dirección?
Necesito mi brújula. Trataré de recordar dónde la dejé la última vez.

3 de mayo de 2013

Pupilas de luz.

Hay almas de las que nos enamoramos antes de verlas enteras.
Hace falta sólo un destello para que caigamos rendidos ante ellas.
Y, es desde ese momento desde el cual quedamos encadenados de por vida, y no conseguimos dejar de querer saber más y más cada vez, hasta llegar al núcleo más puro. El que, cuando lo conseguimos ver, nos llena cada poro hasta hacernos estallar en llamas saladas que brotan sin control y de las que no entendemos las razones.
Las almas más grandes suelen sentirse pequeñas e insignificantes, oscuras y poco valiosas.

Cuando no veas el camino en el momento más oscuro de la noche, mis ojos harán de guía y, si confías en mí, te darás cuenta de que tus ojos también están abiertos.
Y ya no me volverás a necesitar.
Pero probablemente, a partir de ese momento, yo ya no dejaré de necesitarte nunca.

Hay almas que se miran a los ojos y, simplemente, se ven.
Y hay almas que, al ver a otras, se empiezan a ver a sí mismas.

1 de mayo de 2013

Punto y aparte.

En la continua desidia de algunos días, encuentro las más descomunales ansias de cambio.
Los ecos no paran de resonar, los nudos se aprietan cada vez más fuerte y yo permanezco inmóvil a la espera de que alguien se de cuenta y decida salvarme.

El ambiente, más rancio y lleno de polvo, no me deja pensar; así que vuelvo a recorrer caminos que, en otros tiempos, me llevaron a un lugar mejor.

Por fin me he acordado de mí. Espero no volver a olvidarme.

3 de marzo de 2013

Ojos y manos y labios y más.


Mis labios llaman a los tuyos.
Esa increíble sensación de que nada puede ir mal porque tú estás conmigo. De mi mano. Sosteniéndome.
Y me doy cuenta de que a mi vida le faltaba el brillo que tú le das.

Corre una agradable brisa veraniega que no impide que el sol caliente mis huesos, esa que parece estar cargada de algo que no se sabe bien qué es, pero es bueno. Y mis pies se hunden en la arena húmeda más próxima a la orilla dejando mis huellas en el mundo hasta que el capricho del mar decida borrarlas, aunque en realidad nunca se borrarán del todo. Y te aprieto la mano, y me pasas el brazo por los hombros, y te agarro de la cintura, y sin despertar de mi sueño te miro, y me besas… Nada puede ser más perfecto que nosotros.
Esto no es un sueño, esta es nuestra vida. Y me siento la chica más feliz y afortunada del mundo cuando lo pienso, cuando caigo en la cuenta de que eres lo más real que tengo en la vida.  Qué suerte tenemos…

Nunca sabes lo mucho que puede cambiar tu vida en poquísimo tiempo. Y ahora sí que tenemos toda la vida por delante.

Tú y Yo. Esa es nuestra historia.