27 de enero de 2023

Diámetro a medida.

 No te fijes sólo en la luz que hay al final del túnel. Te perderás todas las que se esconden en cada detalle, en cada gesto, en la emoción del cristalino, en la honestidad vestida de esmalte níveo. 

No dejes de mirar, no huyas de lo que sabes que está ahí. Cuando estamos muy cansados, solemos preferir el abrazo constrictor de la oscuridad para descansar sin descansar. Saltando de destello en destello, bañándonos de todo aquello que nutre, aprovechando los tsunamis de vitamina D con nombres y apellidos, solo así salimos del laberinto.

¿A ti qué te mueve? ¿Por qué te levantas de la cama cada día?

Yo me levanto por la gente que me llega, la que achina mis ojos, calienta mis manos, ensancha mi pecho, mueve mis pies, acaricia mis mejillas, besa mis cicatrices, acepta mi esencia y me ama tal y como soy.

Me levanto por todas esas esencias enterradas entre mil escombros, que no encuentran un resquicio a través del cual respirar, metidos en una burbuja donde no sienten el calor a su alrededor.

Me levanto para ver mil amaneceres y mil atardeceres en la mejor de las compañías, incluida la mía. Para escuchar himnos de libertad y rebeldía, de amor y compasión, de compañía y consuelo, de Verdad, de tontería, de genialidad.

Me levanto para que mis cuerdas vibren en cada rincón, desde mi alma hasta el fin del mundo; para llenar mi corazón atesorando personas y desgastar mis pies descubriendo lugares, para disfrutar de la brisa y del sol en mi piel, de la sal en mi pelo y las flores detrás de mi oreja.

Me levanto porque quiero experimentarlo -casi- todo; porque ansío el mundo más allá de los tabiques de mi psique, más allá de los moldes elegidos e impuestos.

Romper el hormigón.

Respirar libertad.

El cansancio a veces me hace olvidar que la vida, a través de la voluntad, recoloca hasta el peor de los desastres. Me hace olvidar la inmensa gratitud que siento.

Me permito descansar en las luces de todos los tamaños que me acompañan cada vez que me meto en laberintos. Tanta bondad abruma. Pensar en la intención cambia el prisma de todo.

Así que hoy, aquí, te digo a ti, por todas esas veces que usaste tu buena intención en favor de alguien, o por aquellas veces que no hiciste algo por alguien que debía hacerlo por sí mismo, o que te cuidas, que te miras para no darle poder a tus heridas: 

Gracias. Eres muy valiente.