2 de diciembre de 2014

Ayer.

En la cuerda de equilibrios, vigilando un pie, y luego el otro.
Intentando disfrutar el paisaje mientras tanto.
A cada paso, mi espalda se llena de piedras y caricias, y mis mejillas de carmín y violeta.

La vida se compone de laberínticas decisiones. Al final no hay trofeo. Las flores que encontremos a lo largo del camino nos despedirán con su dulzura. Y esa es la auténtica recompensa.

Busco un limpiabotas que me ayude con todo este barro.

Esperando esa patada en el suelo, ese salto al vacío repleto.

La luz naranja es una mentirosa. Nunca te puedes fiar.

Y una bañera llena de libertad me espera para susurrarme al oído que ya falta poco...

No hay comentarios:

Publicar un comentario