25 de agosto de 2013

Semivida.

El sol se ha fundido y la débil luz de una vela abandona los recónditos rincones donde los sueños duermen. Sólo encendiendo las ilusiones y esperanzas conseguimos despertarlos.
Excepto si la hostil realidad decide jugar su papel. Entonces los sueños mueren.

Mientras dura la mentira, el sueño se cumple. Después, estalla en mil y un pedazos.

Camino despacio por mis zapatos de hormigón. Se me escapa el rastro que me lleva a la cima en medio de esta noche sin luna.
Con un grito mudo intento que alguien me salve, pero no existen héroes ni con capa ni sin ella.

Si sueñas demasiado, te precipitas contra las rocas.

Y, si no se puede soñar,... ¿para qué todo esto?, ¿para qué todo lo demás?

2 de agosto de 2013

Campos de petróleo y lava.

La muerte baila en boca de todos con una soltura que estremece. Mi corazón no está preparado para lenguas de frío acero que lanzan flechas de cianuro. Aún no sé esquivar.
Mientras ser sensible siga considerándose síntoma de locura, este mundo seguirá ardiendo en llamas de odio y frivolidad.

Y, mientras, la sangre brota sin nadie que la frene. Y calienta mis entrañas hasta desintegrarlas. Y duele. Y tú, reina sin corona, ni te enteras.

Nubes con enredaderas.

Brisa de naranjo y jazmín a cada paso hacia delante.
Las golondrinas anidan con ramas cada vez más consistentes. Cuando encuentren el árbol del diamante sé que jamás volveré.
Son tan pequeñas y tan envidiosas... No se resisten a mirar y acaban viniendo con su dulce aleteo a bañarse conmigo sin avisar apenas, aunque saben que me encanta.

Mis pies se anclan a la tierra de los olivos y siento como si fuera descalza a pesar de mis sandalias.

Huellas.

Sol y olivas. Estrellas titilantes y la fresca brisa llena de todo. Estas calles transitadas por mil presencias que sólo se ven al cerrar los ojos, y ese ángel que invade cada célula, cada hueso, músculo y piel. Que invade todo sin dejar rincones que puedan sentirse olvidados.
Ese manto que arropa y, a la vez, hace sentir libre. El mar de luciérnagas rocosas donde la imaginacion bucea. Donde todo puede ser, pero parece tan como siempre.
Me despego de mi cuerpo y voy a cualquier parte donde sienta que deba ir.

Mi inconsciente sabe más que yo y me lo va explicando al oído.