18 de septiembre de 2013

Azul.

A mil millones de leguas de tu alma, la observo desde mi isla de cristal veneciano.
La torre principal se tambalea y algunas inferiores se han hecho añicos contra las rocas a apenas unos meses de haber surgido de entre el fango que parecía invadir cada sucio rincón.
La pequeña torre de ventanas de mar enfurecido retorciéndose hecha pedazos, usando saliva para reconstruirse, clavando sus aristas en mi reloj escarlata.

Y cada caricia que da, me alivia.
Y cada mirada eléctrica es una bocanada de paz.

Echo de menos reinar en mi castillo a mil metros del mundo, donde estaba todo por lo que valía la pena luchar.
En vano, pero luchar.

Echo de menos tu torre, y a ti.

6 de septiembre de 2013

Lluvia de abstinencia.

Y arder en llamas que desintegran todo lo que creía haber aprendido.
Y romper las correas que encadenaban los sueños.
Y volver a sentir el vértigo de una estrepitosa caída.
Y respirar.
Intentar pensar.
Intentarlo otra vez.
Y otra.
Y recobrar el aliento que el ladrón se llevó en el poco espacio que nos separaba, como un dementor.
Y seguir viviendo sin pararme.