Brisa de naranjo y jazmín a cada paso hacia delante.
Las golondrinas anidan con ramas cada vez más consistentes. Cuando encuentren el árbol del diamante sé que jamás volveré.
Son tan pequeñas y tan envidiosas... No se resisten a mirar y acaban viniendo con su dulce aleteo a bañarse conmigo sin avisar apenas, aunque saben que me encanta.
Mis pies se anclan a la tierra de los olivos y siento como si fuera descalza a pesar de mis sandalias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario