16 de mayo de 2013

Entrañas de aire comprimido

Nado como un pato en la desgarradora desidia de los días sin pasión.
Mi estómago se ha hecho más pequeño y se me han clavado los cristales rotos que nunca consiguió digerir. Siguen ahí.

Y, aun en toda esta penumbra y con el peso de más de mi mochila, sigo viendo ese rayo de... creo que su nombre era esperanza.

Lo peor de no bajar es la altura.
Lo mejor de la altura es no bajar.

Supongo que son palabras que se disfrazan de nada.

Creo que el camino era por ahí... ¿o era por esa otra dirección?
Necesito mi brújula. Trataré de recordar dónde la dejé la última vez.

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