6 de mayo de 2015

Serie cromática compleja.

Ella caminaba como si acabara de aterrizar por casualidad en ese preciso punto del universo.

Miraba a su alrededor con ese centelleo estupefacto de quien no ha visto jamás nada parecido. Los detalles eran abrumadores para su recién despierta mente. Absorbía con todos los poros de su cuerpo la luz que todo lo envolvía. Se fascinaba con la enormidad del mundo y, cerrando los ojos, se dejaba acariciar por todos los colores que el Sol enviaba a través del viento. Dejaba su conciencia a un lado para flotar entre sus pensamientos más escondidos, descansando sobre el planeta y dejándose acunar por él.

Solo salía del ensueño para observar los seres que convivían con ella. Siempre los encontraba buceando con la mirada en lagunas de fango, distraídos de todo cuanto tenían a su alrededor. Dudaba siquiera que supieran la cantidad de compañeros de planeta que buceaban cerca de sus propias preocupaciones, ni tampoco lo espléndido de la luz que envolvía lo sórdido y lo sobrecogedor.
Niño, no duermas con los ojos abiertos, que te vas a quedar ciego.

Las razones de su aterrizaje forzoso seguían siendo un misterio. A veces pensaba que tenía una misión, otras que lo único sano es improvisar.

Un paso y, después, otro.

Llenarse la cabeza de preguntas acaba asfixiando el corazón.

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