11 de junio de 2012

Con la luz apagada.

Boom. Y el mundo se detiene. Silencio. Ni un suspiro.
El pianista deja de tocar y mira alrededor buscando el mando a distancia.
Llueve. Quema. Más bien, arde. Son lágrimas ácidas e implacables que corroen mi piel para tratar de destruirme.
Y empieza el caos. La damisela disfrazada de verdugo destroza el piano a hachazos. El pianista llora. No se mueve. Y todo sigue en silencio.
Se baja el telón.
Me congelo. Ya no siento nada. Pero hace sol. Como lobotomizada, miro caer la nieve en mi cristalino, en mis entrañas, en todo lo que una vez estuvo vivo y fue un hogar cálido para tantos.
Ahora, sólo frío.

Joder, y míralo. Ahí está. Siempre estuvo. Lo ves. Lo sientes. Te mira. Te guarece. Es paciente y te entiende. No renuncia. No se cansa. Es y está. Por ti. Hoy. Ahora. Cuando lloras y hasta que sonríes. Y ya está.
Te salva y se va.

En cada charco hay una flor.

Y, ahora, la princesa y su sonrisa sueñan.

1 comentario:

  1. Como mirarme a un espejo.
    Sentir frío aunque sea verano, porque va por dentro.
    Sencillamente genial.
    Un beso.

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