4 de agosto de 2016

Destellos.

Sin pensar demasiado, levanto la vista y me sorprendo con la luz que entra por las ventanas. El invierno dejó paso a un sol estival con el que hasta las espinas se han quedado deslumbradas.
Inesperadamente, me hallo en medio de una gran escalera y, sin avisar, mis propios pies habían emprendido su camino hacia lo más alto. Ahora se sacudían con violencia pidiéndome continuidad, pasos firmes, ganas atronadoras, pasión imparable.

Y mi pluma se desliza sola sobre el papel.

Y mis pensamientos vuelan solos a los lugares más inhóspitos.

Y hay veces que la realidad es mejor que un sueño.


Y de la realidad no se puede despertar.

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