1 de junio de 2025

Bisaurín.

De repente, silencio.

De repente, la órbita detiene su marcha.

Y, de repente, vuelvo a ser esa. Vuelvo a sentirme la dueña de un castillo, donde se juega hasta en las mazmorras. Vuelvo al calor del sol del Pirineo en mis mejillas y vuelvo a sentir la brisa de la noche subida en mi bicicleta verde. Vuelvo a ser tan ligera que floto sobre las burbujas, tan feliz que bailo con Genaro y también con Geroncio, tan tranquila que hasta la lubina a la sal me sabe bien. Vuelvo a ser la consentida que no comparte el Lindt con nadie, porque era solo para mí. Vuelvo a ser la valiente que sale sola y la salvaje que bebe de los charcos de agua limpia. Vuelvo a ser una voz que se escucha, una silueta que se ve, un alma libre.

Y, de repente, tú vuelves a ser aquel. Libre de culpas, libre de reproches, libre de castigos, libre de soledad. Vuelves a ser la mirada tierna y la sonrisa divertida. Las manos fuertes y el corazón puro. Vuelves a los instantes en los que te diste el permiso de ser tú. Creo que no fueron muchos, pero quiero pensar que pude ser testigo de alguno. Y, en tu yo más puro, pusiste la mascarilla al niño sin saber ponértela a ti. Pusiste color en un lienzo que en ese momento era gris. Creaste una banda sonora para los mejores momentos de mi infancia. Y todo sin que nadie te lo pidiera. Porque sí. Ese también eras tú, detrás de todo el miedo y el dolor, había un niño deseando ser mecido, deseando jugar, deseando Ser. 
"No fue tu culpa, todo va a estar bien."

Una nueva cruz en mi corazón me compromete a vivir abrazando la oscuridad que he vivido, vivo y viviré, sabiendo que pertenezco en cuerpo y alma a la luz.
Inundar el presente con el pasado es morir en vida. Me comprometo a vivir hoy con todo lo aprendido ayer, con toda la ilusión por mañana y con plena presencia en cada paso que dan mis pies. 
Pase lo que pase, ser libre.

No merece la pena vivir en una cueva.
Mejor vivir en un castillo con cristaleras y un mirador a las montañas.

2 de noviembre de 2024

Puño y temblor.

Siento dentro la culpa de todo lo que pensé que era, de lo que dije que haría y lo que al final acabó desvaneciéndose como humo. Todos los contratos quedaron reducidos a cenizas el día que mi silueta se tiñó de añiles. Desde entonces, un aullido se desnudó, me curó la ceguera y me dejó sorda y muda. No volví a ver el mundo con los colores de antes. Ni mejores ni peores. Otros. 

El puño que agarra mi esternón aún aprieta, casi ahoga, cuando tu olor regresa a ese huequito de mi corazón donde se sentía casa y resultó ser un sótano sin ventanas. Cuando mi memoria decide darme tregua, casi parece que vuelvo a bombear en un dos por cuatro que mece. A ratos. Cada vez más. Casi días. Ojalá semanas. 

Las agujas del reloj y mis manos bajo cero están en huelga, mientras mis pies arden en ganas de iniciar una maratón hacia ninguna meta. Duelen. Duele cada célula viva y muerta en mí. Duelen mis dientes, mis uñas, cada pelo, y hasta el aire que entra en mis pulmones calcina todo a su paso dejando una inmensa nada. 

Achicando con cuchara el barro de la derrota, de rodillas esperando que la lluvia arranque de mi piel la podredumbre y el moho que conviven con mis entrañas. Recuperando mi reflejo en el espejo, que tanto eché de menos aquellos días... No soy este miedo. No soy este dolor. Repítelo. Otra vez. Otra vez. Otra vez. Ahora mirándote a los ojos. Vamos. Dilo. No dejes de repetirlo. Sigue. Más alto. Más claro. Vocaliza. Grítalo. Más fuerte. Más. Más. Más. Más. Más. Más. Más.

(...)

Y, a pesar de todo, aún hay días que levanto la mirada y entran en mí el aroma de las flores y el frescor entre las hojas.

27 de enero de 2023

Diámetro a medida.

 No te fijes sólo en la luz que hay al final del túnel. Te perderás todas las que se esconden en cada detalle, en cada gesto, en la emoción del cristalino, en la honestidad vestida de esmalte níveo. 

No dejes de mirar, no huyas de lo que sabes que está ahí. Cuando estamos muy cansados, solemos preferir el abrazo constrictor de la oscuridad para descansar sin descansar. Saltando de destello en destello, bañándonos de todo aquello que nutre, aprovechando los tsunamis de vitamina D con nombres y apellidos, solo así salimos del laberinto.

¿A ti qué te mueve? ¿Por qué te levantas de la cama cada día?

Yo me levanto por la gente que me llega, la que achina mis ojos, calienta mis manos, ensancha mi pecho, mueve mis pies, acaricia mis mejillas, besa mis cicatrices, acepta mi esencia y me ama tal y como soy.

Me levanto por todas esas esencias enterradas entre mil escombros, que no encuentran un resquicio a través del cual respirar, metidos en una burbuja donde no sienten el calor a su alrededor.

Me levanto para ver mil amaneceres y mil atardeceres en la mejor de las compañías, incluida la mía. Para escuchar himnos de libertad y rebeldía, de amor y compasión, de compañía y consuelo, de Verdad, de tontería, de genialidad.

Me levanto para que mis cuerdas vibren en cada rincón, desde mi alma hasta el fin del mundo; para llenar mi corazón atesorando personas y desgastar mis pies descubriendo lugares, para disfrutar de la brisa y del sol en mi piel, de la sal en mi pelo y las flores detrás de mi oreja.

Me levanto porque quiero experimentarlo -casi- todo; porque ansío el mundo más allá de los tabiques de mi psique, más allá de los moldes elegidos e impuestos.

Romper el hormigón.

Respirar libertad.

El cansancio a veces me hace olvidar que la vida, a través de la voluntad, recoloca hasta el peor de los desastres. Me hace olvidar la inmensa gratitud que siento.

Me permito descansar en las luces de todos los tamaños que me acompañan cada vez que me meto en laberintos. Tanta bondad abruma. Pensar en la intención cambia el prisma de todo.

Así que hoy, aquí, te digo a ti, por todas esas veces que usaste tu buena intención en favor de alguien, o por aquellas veces que no hiciste algo por alguien que debía hacerlo por sí mismo, o que te cuidas, que te miras para no darle poder a tus heridas: 

Gracias. Eres muy valiente.

23 de noviembre de 2022

Lava y ceniza.

A veces, el cansancio y la tristeza son compañeros de viaje necesarios. Cuando aguantamos demasiado y, de repente, nos regalamos descanso, vemos lo cerca que estuvimos de dejar de intentarlo.

--------------------------------------------------------------

Mis ojos, cada vez más arrugados, no llegan a enfocar del todo lo que tienen delante. Llegan a confundir sueño y realidad, quizás porque no son tan distintos.

Cada pensamiento es un peso en mis párpados, cada espacio que no me doy es oxígeno que no entra en mis pulmones. Y, aún así, la saturación es alta. Demasiado.

Ganamos la guerra cuando dejamos de luchar, cuando nos rendimos y nos convertimos en abanderados de la paz, de nuestra paz.

¿Qué necesitas para ser feliz?

¿Cuándo la vida será suficiente para ti?

¿Cuándo dejarás de depender de tu entorno para tener paz? Se puede tener paz en medio de una tormenta.

¿Qué opinión es importante para ti y por qué?

¿A quién le das poder para hacerte dudar de ti?

Sabes quién eres y lo que aportas a este mundo. Conoces a la mujer que te devuelve la mirada en el espejo.

Escucha su voz.

Deja de darle poder a gente que no ve.

Escúchate.

Escucha tu tristeza y haz los cambios necesarios. Deja ir. Suelta. Coge.

Escucha tu cansancio. Vete. Descansa. Respira.

Escucha también esa luz que hay en ti y que nunca, jamás, se apaga. JAMÁS. Sigue su estela. Observa todo lo que te muestra: atardeceres, palmeras, buganvillas, olas rompiendo contra la orilla, brisa fresca, jazmines, sonrisas conocidas y anónimas, amabilidad incondicional, dulzura, calor literal y figurado...

Esa luz es tu seguro de vida y, mientras siga ahí, tú no tienes nada que temer.

20 de julio de 2022

Volar descalza.

SOLTAR.

Eso es lo único que realmente tengo que hacer.

Soltar el miedo.

Soltar el futuro.

Soltar el pasado.

Soltar todo lo que creo que soy.

Dejar de vivir pensando que lo tengo todo controlado.

Dejar de vivir en la certeza.

Soltar y confiar en que la vida me sostiene.

Confiar en que el mundo no se desmorona si dejo de sujetarlo.

Confiar en que todo sale según el plan de lo imprevisto.

"El conocimiento es saber y la sabiduría es hacer." Esa es la única ley a través de la cual me quiero regir.

Lo único que existe es el hoy. Ni pasado ni futuro.

Soltar todo mi pasado sin miedo a no saber quién soy si lo hago.

Soltar el rencor y el juicio.

Soltar quien se supone que he sido.

"Las personas más difíciles de amar son las que más lo necesitan". Incluso cuando se trata de mí. Incluso cuando se trata de las personas que me han dañado. O que se han dañado a través de mí. En ese caso, ¿dónde está el infierno? ¿Dónde está la falta de paz? ¿Dónde está la petición de ayuda? En el fondo, siempre hemos sabido la respuesta.

Necesito mucho menos de lo que pensaba. A veces no soy consciente de lo feliz que soy realmente.

El ruido no me deja ver con claridad.

"Saca la basura."

Regresa.

Regresa A TI.

Ese es el verdadero Camino del Héroe.

28 de marzo de 2022

Indómitos.

El miedo al mar es el miedo a lo desconocido, a la incertidumbre, a que algo horrible pase si no tienes todo amarrado y los pies en la tierra, en el lugar donde creemos tener el control, aunque no.

Porque el mar es imposible de domar. Es salvaje y bravo. Va hacia donde el viento dirige y se deja llevar a una coreografía armónica y caótica a partes iguales. Recoge y remueve sedimento, flora y fauna, y el juego consiste en un acto de fe ciega en la corriente. Los que acepten su voluntad, entenderán para qué están ahí y sabrán ver recursos y oportunidades a su alrededor. Los que no, morirán ahogados luchando contra lo inevitable.

En él no existen conceptos como la justicia o la injusticia. El mar únicamente es, sin voluntad de dañar o beneficiar.

Está en uno mismo permitirse cesar la lucha y dejarse fluir, danzar con el viento y las olas, y disfrutar de su calma y su tempestad.

1 de octubre de 2021

Pétalos y plumas.

 A veces lo siento TODO.

Me quito la burbuja y, con nada más que mi propia piel como abrigo, me lanzo de cabeza al cielo y permito que el polvo cósmico entre de lleno en mis pulmones. Y entonces vuelvo a respirar...

Siento cómo se desenredan las lianas y regresa cada una al lugar al que pertenece, que nunca fue aquí. Noto la marca amoratada que han dejado en mis muñecas, en mi cuello y en mi tórax. Noto cómo el dolor va seguido de la liberación progresiva más razonable de la historia.

¿Para qué vinimos si no es para ser nosotros? Lo siento, es el único papel libre en la anti-obra, en la que la idea es salir del personaje y ser capaz de meterte en ti.

Si tú fueras tú, ¿qué sentirías?, ¿cómo actuarías?, ¿qué callarías? A veces, el silencio de una mueca esconde quilates de núcleo duro.

¿Qué cosas dirías si no tuvieras miedo de su miedo? ¿Qué liberarías de ti si todos sintiéramos con los poros, abiertos y en contacto, en lugar de sentir con un corazón aprisionado entre costillas, esternón y pulmones?

Si entendiéramos que somos irrompibles, que lo que se da nunca se pierde, no nos temblarían las manos al sentir el calor de las huellas dactilares de otro.

Sólo me interesa el ojo del huracán, el lugar con vértigo y vistas, el abrazo del sol, la fiereza del mar, la suavidad de la flor y cualquier cosa que me conecte con el motivo por el que sigo aquí.

Lo demás es ruido.

"El vértigo había desaparecido. Sentí una embriaguez especial, una sensación no malsana de poder y de dicha. Subía hasta alturas increíbles y luego me dejaba caer, planeando suavemente, con las alas extendidas y, aunque cerrara los ojos, no corría riesgo de estrellarme, y me dejaba guiar en mi vuelo por impulsos arbitrarios y extraños, y sentía que, de algún modo, estaba trazando en el cielo un dibujo coherente y estético." - Mario Levrero.